La Orden de Predicadores, conocida también como Orden Dominicana y sus miembros como Dominicos, es una orden mendicante de la Iglesia Católica fundada por Domingo de Guzmán en Toulouse, confirmada por el Papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216 y consagrada a la predicación de la Palabra de Dios.
 
La vocación dominicana es vivida desde una variedad de estados: frailes, mojas contemplativas, hermanas apostólicas y diversos grupos de laicos. Hoy los dominicos, después de 800 años de fundación, predican en iglesias, universidades, colegios y medios de comunicación. Dedican tiempo a los trabajos de justicia y paz; dan retiros, visitan enfermos, confortan a los necesitados y escuchan a los tristes. Confiesan, perdonan y sobre todo desean ir, tan lejos como sea necesario, para predicar la Palabra de Dios a aquellos que todavía no la conocen.

Nuestra Historia //

Santo Domingo de Guzmán //

En la vida de Santo Domingo estuvieron presentes varios momentos que de alguna manera proyectaban la importancia que iba a tener en la historia de la Iglesia.  Por ejemplo, se cuenta que antes de su nacimiento, su madre, Juana de Aza, soñó soñó que llevaba en su seno un cachorro que portaba en la boca una antorcha encendida y saliendo de su vientre parecía prender fuego a toda la tierra.  

Para muchos, la interpretación de este sueño está en la proyección de Domingo de Guzmán como predicador y la llama representa la fuerza de esta.  Se dice también que luego de su nacimiento, su madrina también tuvo un sueño revelador en la que le pareció que el niño tenía una estrella con un fuerte resplandor y que iluminaba con su luz toda la tierra. 

Otro episodio con el que es recordado Santo Domingo de Guzmán es que mientras estudiaba Teología en Palencia, en España se vivió una hambruna y Domingo, al ver esa situación y siguiendo las palabras del evangelio que tanto apropiaba y de la que predicaba a los demás, decidió vender sus libros y todo lo que poseía en aquel momento para  entregarle el dinero a los pobres, diciendo que “no quiero estudiar sobre pieles muertas y que lo pobres mueran de hambre”.

Una característica de Domingo de Guzmán fue su permanente entrega a la oración por los otros, una oración intensa en la que pedía a Dios tener una caridad verdadera, que le permitiera velar por la salvación de la humanidad.

Hacia 1215 empieza su proyecto de fundación de la Orden de Predicadores, ideas que fueron compartidas con Fulco, obispo de Toulouse, y el conde Simón de Montfort, quienes le apoyaron desde el primer momento. Recibió también el apoyo de algunos ciudadanos que le ofrecieron casas para allí empezar a habitar en comunidad con sus compañeros. El papa Honorio III, aprobó la Orden de los Frailes Predicadores el 22 de diciembre de 1216, con sus dos aspectos esenciales: el estado canónico y la predicación.  Rápidamente la Orden empezó a crecer y a consolidarse, principalmente en Italia, Francia. Santo Domingo de Guzmán murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia, en compañía de sus frailes, recordándoles la importancia de la caridad, la humildad y la pobreza voluntaria.